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Sunday, March 04, 2007

September 22... Oceanic Airlines Flight 815 from Sydney to Los Angeles


See ya´ in an other life, brother! O mejor aún... Lunes 5 de marzo, a las 10 de la noche, bajo la oscuridad de un cuarto, entre el misterio que aguarda una isla, sobre el nerviosismo que se haya en las coincidencias de un puñado de extraños y con la expectativa de que un simple televisor pueda contestar un bombardeo de preguntas que el final de la segunda temporada de LOST, dejó flotando en el aire de miles o millones de fieles espectadores que semana a semana, sintonizan AXN y se paralizan por esta serie que ha determinado la forma de ver y hacer tele en el albor del siglo XXI.

Ok, dejando los formalismos y recursos literarios que no puedo dejar a un lado en las entradas de cualquier escrito; vamos al grano: Soy parte de ese bizarro estrato social, que aún no sabe (a pesar de una gran, pero gran tentación) qué es de la 3a temp. de LOST, pues desde su inicio en los USA más o menos por octubre del año pasado, nuestro fructífero mercado de piratería, se dio a la tarea de lanzar DVDs que contenían los capitulos de la serie a pocos días de diferencia que en Gringolandia. Estuve a tres segundos de comprarme una pequeña recopilación de la obra maestra de J.J. Abrams, fuera de un metro de la Linea 3, pero... No pude. No por falta de dinero (por Dios, costaba lo equivalente a una cajetilla y dos cervezas), sino porque ver LOST, es un ritual, es un parteaguas de esta generación y sobretodo, que sería una traición al sentimiento y taquicardia que deja cada fin de un capitulo.
Ver LOST implica dejar a un lado tus ocupaciones, sentarte frente a un monitor y sumergirte en la arena de la isla. Sentirte partícipe de esa pequeña y fugitiva comunidad, contemplar el reloj y memorizar los siguientes números: 4, 8, 15, 16, 23, 42. Implica una atención a los detalles y una valoración armoniosa de las casualides. Tener un bombeo sanguineo punzante y las manos empapadas de nerviosismo y una obligación robótica de comentar tal o cual escena, con el vecino televidente en los cortes comerciales. LOST (que no PERDIDOS, pauperrima la versión doblada) tiene sus mandamientos, sus sacrilegios y dioses. Y uno de ellos implica su visualización en una fecha estipulada. Amén.

Así que faltan unas cuantas horas para saber del destino de Kate, Jack y Sawyer en los colmillos de Los Otros, de la lúgubre aventura de Sayid, Jin y Sun, de las consecuencias de las pugnas de fe entre Mr. Eko y Locke y otras tantas situaciones que se tendran que empezar a aclarar (aunque consecuentemente, liberarán otro laberinto de dificultades). Unas cuantas horas más y vamos a sucumbir ante cada segundo de sus proyección, unas cuantas horas y volverá la religión que se venera cada lunes por la noche. Vuelve LOST y ya sea en esta vida o en otra, el vuelo 815 dejará a un lado los sepulcros y comenzará a resucitar entre los recuerdos muertos.

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